La profesora Wanda Poltawska, polaca, a causa de una grave enfermedad estaba en el hospital esperando ser operada. La operación, según los médicos, aunque tuviera éxito, no le iba a dar más de un año de vida.
La señora Wanda enseñaba psiquiatría en la Universidad de Cracovia y en aquel tiempo era colaboradora del arzobispo Karol Wojtyla y estaba ligada a él por profunda estimación y amistad.
En aquellos meses el arzobispo estaba en Roma en ocasión del sínodo de obispos. Cuando supo de la gravísima enfermedad de la doctora, se acordó que en San Giovanni Rotondo tenía a su gran amigo el Padre Pío, que había conocido y visitado en el lejano año de 1947, durante unas vacaciones de verano. El 17 de noviembre de 1962 le escribió la siguiente carta:
“Venerable Padre, te ruego que eleves a Dios una oración por una madre de cuatro hijas, que tiene 40 años y vive en Cracovia, en Polonia. Durante la última guerra pasó cinco años en un campo de concentración de Alemania. Está en gravísimo peligro de perder la vida a causa de un cáncer. Ruega para que Dios, por la intercesión de la Santísima Virgen, le muestre su misericordia a ella y a su familia”.
En Cristo obligadísimo Karol Wojtyla”.
En Cristo obligadísimo Karol Wojtyla”.
La carta le fue entregada personalmente a Padre Pío por mano del señor Angelo Battisti, administrador de las obras sociales de San Giovanni Rotondo. Padre Pío, después de haber leído la carta le dijo a Don Angel:
¡”A este no le puede decir que no”!
Luego, después de un silencio pensativo, añadió
“Angelillo, guarda esta carta por que un día será importante”.
Once días mas tarde, precisamente el 28 de noviembre, el arzobispo de Cracovia volvía a enviar a San Giovanni Rotondo una segunda carta en la que le daba las gracias a Dios y al Padre Pío porque en los últimos exámenes clínicos que le practicaron a la doctora Wanda, poco antes de la operación, los médicos habían descubierto que el tumor maligno había desaparecido:
“Venerado Padre, la mujer que vive en Cracovia, en Polonia, madre de 4 niñas, el día 21 de noviembre antes de la operación quirúrgica se curó repentinamente. Damos gracias a Dios y también a ti venerado padre expreso mi sincero agradecimiento a nombre de la señora, de su marido y de toda su familia”
TESTIMONIO DE LAURETTA BELSASSO CÓMO CONOCÏ PERSONALMENTE A PADRE PIO: |
Las señoras italianas en la Ciudad de México, se reunían para obtener fondos para enviarlos a la recién fundada “CASA SOLLIEVO DELLA SOFFERENZA (mayo de 1956): organizaban tés de caridad en la Embajada de Italia, rifas y otras manifestaciones para mantener una cama del hospital a nombre de “SEÑORAS ITALIANAS DE MÉXICO”.
En mayo de 1958 mi madre (Edda) y yo íbamos a ir de vacaciones a Roma, a París y Bruselas y decidimos pasar por San Giovanni Rotondo para entregarle personalmente a Padre Pío el cheque de lo que habíamos recaudado. Yo quería pedirle que me iluminara en mi vida sentimental pues un muchacho belga me había pedido que nos casáramos y yo me sentía demasiado joven para dar el paso y además lo conocía poco pues yo vivía en México y él en Bruselas.
Mandamos una carta de solicitud de audiencia y cuando ya estábamos en Roma nos llegó un telegrama que decía “breve coloquio con Padre Pío el 24 de mayo a las 7 de la mañana. Nos informaban también que habían reservado una habitación para la noche anterior en el convento de las Hermanas que atendían el Hospital ya que no había más que un pequeño hotel y no había cuartos disponibles.
El 23 de mayo por la mañana tomamos un tren hacia FOGGIA, ahí, frente a la estación tomamos el autobús que sale cada hora para San Giovanni Rotondo y en una hora estábamos en el pueblito de Padre Pío. Digo “pueblito”, pues la verdad todo era modesto y pequeño, sólo el gran hospital, de pura caridad “LA CASA SOLLIEVO DELLA SOFFERENZA”.
Caminamos hasta la casa de las Monjas, dejamos nuestras cosas y nos dirigimos a la Casa Sollievo della Sofferenza para entregar el cheque y pedir instrucciones para la visita a Padre Pío y hacer una visita a las grandiosas instalaciones.
Nos dijeron que al día siguiente fuéramos a la Misa que celebraba Padre Pío a las 6 de la mañana y de ahí un niño nos acompañaría hasta el Confesionario de Padre Pío, donde podríamos hablar con él.
Así fue. Yo dormí poco toda la noche por el entusiasmo de que conocería a Padre Pío, mi mamá también estaba emocionada. A las 5 de la mañana las monjas nos despertaron, nos bañamos y caminamos hasta la Iglesia, en construcción (que se inauguró un año después), donde Padre Pío celebraba su Misa maravillosa y a la que asistían también muchos de los enfermos, desde las ventanas del Hospital. Los que participamos en la Misa, percibimos la altura y profundidad de su espiritualidad. La Misa fue algo extraordinario. El Padre Pío sufría el abandono del Padre y la sed hasta la comunión, momento culminante de la Misa. Inclinado sobre el altar, apretando el cáliz entre las manos y con el Señor en su corazón, completamente enajenado, permanecía largos minutos con Jesús, sin escatimar tiempo.
Cuando celebraba la Misa, el aspecto exterior de ese Siervo de Dios impresionaba, arrebataba y conmovía profundamente. La Misa del Padre Pío ha sido siempre un misterio.
Una hora y veinte después, al terminar la Misa, un niño nos acompañó al Confesionario que se encontraba en la pequeña iglesia antigua. A los dos lados del Confesionario ya había unas filas enormes de personas que se iban a confesar con el Padre. A nosotros nos llevó frente a él y las dos caímos de rodillas ante la presencia de ese gran sacerdote. No recuerdo mucho por la emoción que tenía, sólo que Padre Pío tomó la mano de mi mamá donde traía las fotografías de mi papá y de Guido mi hermano y sin que ella abriera la boca él le dijo “una bendición para tu marido y tu hijo”, luego le tocó el hombro y le dijo “sigue haciendo obras de caridad” y se volteó hacia mí, puso su mano sobre mi cabeza y me dijo:”se te van a aclarar todas tus dudas”. Así, después de 5 minutos frente a él, nos dio su mano para que besáramos sus llagas y nos despidió.
Salimos de la Iglesia un poco desconcertadas, pues había sido todo tan rápido. Mi mamá me comentó que eso no había sido “un breve coloquio” pues ninguna de las dos pudimos hablar con Padre Pío y estaba un poco triste. Yo le decía que aunque no habíamos pedido nada, Padre Pío sabía lo que queríamos y nos lo había dado.
Cuando llegamos a casa de las Religiosas, vino corriendo el niño que nos había acompañado, diciendo que había un mensaje de Padre Pío para mi mamá en el hospital. Ella, que no quería caminar mucho, me pidió que yo fuera..
Llegando ahí una de las enfermeras me dio 2 rosarios y me dijo que Padre Pío nos los mandaba y se disculpaba con mi mamá, pero que había almas que necesitaban “más tiempo “. Cuando se lo conté a mi mamá…se quería morir de la pena pues se dio cuenta de que Padre Pío, sin moverse del confesionario, había comprendido su desilusión y quería disculparse!!!!.
En 1967 visité nuevamente a Padre Pío. Durante la Misa me había concentrado al máximo en el tremendo misterio que se estaba celebrando en mi presencia: (como había dicho Padre Pío) en la redención de mi alma y la reconciliación con Dios. En mi mente le pedí que me diera una señal de que sabía quien era yo.
Gentes de todas las partes del mundo acudían a San Giovanni Rotondo para participar en aquella Misa, impulsados por la fuerza irresistible del Espíritu Santo. Después de esperar impacientes toda la noche en la explanada de la iglesia, los peregrinos, al abrirse las puertas del templo, irrumpían tumultuosamente en la casa de Dios y se apiñaban en torno al altar para ver de cerca al estigmatizado. Cristo crucificado se hacía presente visiblemente en la persona de su ministro: su pasión y muerte se reflejaba durante la celebración del sacrificio del Calvario, celebrada por su sacerdote, Padre Pío, que en aquel momento le prestaba voz, manos y corazón.
Me permitieron estar entre un pequeño grupo de sus devotos, en el pasillo donde pasaba Padre Pío en su silla de ruedas, para ir a su celda, después de la Misa. Ya estaba enfermo, de hecho, murió un año después. Al pasar frente a mi y darme su mano a besar, como a las otras personas, me tocó la cabeza y me sonrió. Lo seguí con mi mirada y a nadie más le tocó la cabeza. Era la prueba que yo esperaba. Padre Pío, sí sabía quien era yo!!!.
Han pasado muchos años desde esas dos fechas y no hemos podido olvidar esos pocos pero maravillosos minutos que pasamos frente a Padre Pío. Mi mamá siguió haciendo cada vez más obras de caridad y hablando con sus amigas de Padre Pío, hasta el día de su muerte, poco antes de cumplir los 88 años en 1994.
Y yo, bueno, cada día de mi vida le rezo y pido por todas las personas que conozco y trato de difundir su devoción, para que todos aquellos que lo conozcan, sepan lo que significa SER SANTO!!!! Un hombre modesto que comprendió bien pronto que su camino era el de la Cruz y lo aceptó inmediatamente con valor y por amor. Que experimentó durante muchos años los sufrimientos del alma, y durante años soportó los dolores de sus llagas con admirable serenidad.
El amor de Dios llenó totalmente al Padre Pío, colmando todas sus esperanzas; la caridad era el principio inspirador de su jornada: amar a Dios y hacerlo amar. Su preocupación particular: crecer y hacer crecer en la caridad.
Para el Padre Pío la fe era la vida: quería y hacía todo a la luz de la fe. Estuvo dedicado asiduamente a la oración. Pasaba el día y gran parte de la noche en coloquio con Dios. Decía: “En los libros buscamos a Dios, en la oración lo encontramos. La oración es la llave que abre el corazón de Dios”. La fe lo llevó siempre a la aceptación de la voluntad misteriosa de Dios.
En mayo de 1958 mi madre (Edda) y yo íbamos a ir de vacaciones a Roma, a París y Bruselas y decidimos pasar por San Giovanni Rotondo para entregarle personalmente a Padre Pío el cheque de lo que habíamos recaudado. Yo quería pedirle que me iluminara en mi vida sentimental pues un muchacho belga me había pedido que nos casáramos y yo me sentía demasiado joven para dar el paso y además lo conocía poco pues yo vivía en México y él en Bruselas.
Mandamos una carta de solicitud de audiencia y cuando ya estábamos en Roma nos llegó un telegrama que decía “breve coloquio con Padre Pío el 24 de mayo a las 7 de la mañana. Nos informaban también que habían reservado una habitación para la noche anterior en el convento de las Hermanas que atendían el Hospital ya que no había más que un pequeño hotel y no había cuartos disponibles.
El 23 de mayo por la mañana tomamos un tren hacia FOGGIA, ahí, frente a la estación tomamos el autobús que sale cada hora para San Giovanni Rotondo y en una hora estábamos en el pueblito de Padre Pío. Digo “pueblito”, pues la verdad todo era modesto y pequeño, sólo el gran hospital, de pura caridad “LA CASA SOLLIEVO DELLA SOFFERENZA”.
Caminamos hasta la casa de las Monjas, dejamos nuestras cosas y nos dirigimos a la Casa Sollievo della Sofferenza para entregar el cheque y pedir instrucciones para la visita a Padre Pío y hacer una visita a las grandiosas instalaciones.
Nos dijeron que al día siguiente fuéramos a la Misa que celebraba Padre Pío a las 6 de la mañana y de ahí un niño nos acompañaría hasta el Confesionario de Padre Pío, donde podríamos hablar con él.
Así fue. Yo dormí poco toda la noche por el entusiasmo de que conocería a Padre Pío, mi mamá también estaba emocionada. A las 5 de la mañana las monjas nos despertaron, nos bañamos y caminamos hasta la Iglesia, en construcción (que se inauguró un año después), donde Padre Pío celebraba su Misa maravillosa y a la que asistían también muchos de los enfermos, desde las ventanas del Hospital. Los que participamos en la Misa, percibimos la altura y profundidad de su espiritualidad. La Misa fue algo extraordinario. El Padre Pío sufría el abandono del Padre y la sed hasta la comunión, momento culminante de la Misa. Inclinado sobre el altar, apretando el cáliz entre las manos y con el Señor en su corazón, completamente enajenado, permanecía largos minutos con Jesús, sin escatimar tiempo.
Cuando celebraba la Misa, el aspecto exterior de ese Siervo de Dios impresionaba, arrebataba y conmovía profundamente. La Misa del Padre Pío ha sido siempre un misterio.
Una hora y veinte después, al terminar la Misa, un niño nos acompañó al Confesionario que se encontraba en la pequeña iglesia antigua. A los dos lados del Confesionario ya había unas filas enormes de personas que se iban a confesar con el Padre. A nosotros nos llevó frente a él y las dos caímos de rodillas ante la presencia de ese gran sacerdote. No recuerdo mucho por la emoción que tenía, sólo que Padre Pío tomó la mano de mi mamá donde traía las fotografías de mi papá y de Guido mi hermano y sin que ella abriera la boca él le dijo “una bendición para tu marido y tu hijo”, luego le tocó el hombro y le dijo “sigue haciendo obras de caridad” y se volteó hacia mí, puso su mano sobre mi cabeza y me dijo:”se te van a aclarar todas tus dudas”. Así, después de 5 minutos frente a él, nos dio su mano para que besáramos sus llagas y nos despidió.
Salimos de la Iglesia un poco desconcertadas, pues había sido todo tan rápido. Mi mamá me comentó que eso no había sido “un breve coloquio” pues ninguna de las dos pudimos hablar con Padre Pío y estaba un poco triste. Yo le decía que aunque no habíamos pedido nada, Padre Pío sabía lo que queríamos y nos lo había dado.
Cuando llegamos a casa de las Religiosas, vino corriendo el niño que nos había acompañado, diciendo que había un mensaje de Padre Pío para mi mamá en el hospital. Ella, que no quería caminar mucho, me pidió que yo fuera..
Llegando ahí una de las enfermeras me dio 2 rosarios y me dijo que Padre Pío nos los mandaba y se disculpaba con mi mamá, pero que había almas que necesitaban “más tiempo “. Cuando se lo conté a mi mamá…se quería morir de la pena pues se dio cuenta de que Padre Pío, sin moverse del confesionario, había comprendido su desilusión y quería disculparse!!!!.
En 1967 visité nuevamente a Padre Pío. Durante la Misa me había concentrado al máximo en el tremendo misterio que se estaba celebrando en mi presencia: (como había dicho Padre Pío) en la redención de mi alma y la reconciliación con Dios. En mi mente le pedí que me diera una señal de que sabía quien era yo.
Gentes de todas las partes del mundo acudían a San Giovanni Rotondo para participar en aquella Misa, impulsados por la fuerza irresistible del Espíritu Santo. Después de esperar impacientes toda la noche en la explanada de la iglesia, los peregrinos, al abrirse las puertas del templo, irrumpían tumultuosamente en la casa de Dios y se apiñaban en torno al altar para ver de cerca al estigmatizado. Cristo crucificado se hacía presente visiblemente en la persona de su ministro: su pasión y muerte se reflejaba durante la celebración del sacrificio del Calvario, celebrada por su sacerdote, Padre Pío, que en aquel momento le prestaba voz, manos y corazón.
Me permitieron estar entre un pequeño grupo de sus devotos, en el pasillo donde pasaba Padre Pío en su silla de ruedas, para ir a su celda, después de la Misa. Ya estaba enfermo, de hecho, murió un año después. Al pasar frente a mi y darme su mano a besar, como a las otras personas, me tocó la cabeza y me sonrió. Lo seguí con mi mirada y a nadie más le tocó la cabeza. Era la prueba que yo esperaba. Padre Pío, sí sabía quien era yo!!!.
Han pasado muchos años desde esas dos fechas y no hemos podido olvidar esos pocos pero maravillosos minutos que pasamos frente a Padre Pío. Mi mamá siguió haciendo cada vez más obras de caridad y hablando con sus amigas de Padre Pío, hasta el día de su muerte, poco antes de cumplir los 88 años en 1994.
Y yo, bueno, cada día de mi vida le rezo y pido por todas las personas que conozco y trato de difundir su devoción, para que todos aquellos que lo conozcan, sepan lo que significa SER SANTO!!!! Un hombre modesto que comprendió bien pronto que su camino era el de la Cruz y lo aceptó inmediatamente con valor y por amor. Que experimentó durante muchos años los sufrimientos del alma, y durante años soportó los dolores de sus llagas con admirable serenidad.
El amor de Dios llenó totalmente al Padre Pío, colmando todas sus esperanzas; la caridad era el principio inspirador de su jornada: amar a Dios y hacerlo amar. Su preocupación particular: crecer y hacer crecer en la caridad.
Para el Padre Pío la fe era la vida: quería y hacía todo a la luz de la fe. Estuvo dedicado asiduamente a la oración. Pasaba el día y gran parte de la noche en coloquio con Dios. Decía: “En los libros buscamos a Dios, en la oración lo encontramos. La oración es la llave que abre el corazón de Dios”. La fe lo llevó siempre a la aceptación de la voluntad misteriosa de Dios.
La historia de Vincent Falco
Vincent Falco
Libro producido por Vincent Falco
SUS HIJOS CARMEN LUZ, RITA MARIA Y JOSE CARLOS (fragmento de una carta dirigida al PBro. Luis Eduardo Suesco) …EN UNIÓN A MI ESPOSA RITA FUIMOS MIEMBROS DE LA DIFUSORA MARIANA QUE FORMAMOS 15 CATÓLICOS, EN EL CAMINO DE ESTA DIFUSIÓN, CONOCIMOS INFORMES DEL REVERENDO PADRE PÍO DE PIETRELCINA QUE VIVÍA EN EL CONVENTO DE LOS PADRES CAPUCHINOS EN SAN GIOVANNI ROTONDO, FOGGIA ITALIA. POCO A POCO FUIMOS CONOCIENDO LOS HECHOS MARAVILLOSOS. DE LA VIDA DE ESTE GRAN SACERDOTE, QUE DESDE UN PRINCIPIO NOS IMPACTÓ A MI ESPOSA Y A MI. HAGO UN PARÉNTESIS PARA EXPRESAR A USTED QUE TAMBIÉN CON MI ESPOSA PARTICIPAMOS DURANTE CUATRO AÑOS CONSECUTIVOS EN EL MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO, TODO ELLO NOS HIZO REFLEXIONAR QUE AL HABER PASADO 10 AÑOS DE MATRIMONIO, REQUERÍAMOS ROGAR A DIOS NOS DIERA LA GRACIA DE LA FECUNDIDAD, PUES LOS ESTUDIOS HECHOS CON MUCHOS MÉDICOS EN MÉXICO Y EN ESTADOS UNIDOS, NO INDICABAN NINGÚN IMPEDIMENTO, INTENTAMOS LA INSEMINACIÓN DE MI ESPERMA Y TAMPOCO DIO RESULTADO. TOTAL EN MAYO DE 1967, DECIDIMOS HACER UN VIAJE A EUROPA Y VISITAR ENTRE OTROS LUGARES SAN GIOVANNI ROTONDO Y GARABANDAL ESPAÑA. PRIMERO FUIMOS A SAN GIOVANNI, EXPONIENDO AL DUEÑO DEL HOTEL QUE QUERÍAMOS ESTAR PERSONALMENTE CON EL PADRE PÍO Y LA RESPUESTA FUE UN ROTUNDO ¡ESTÁ USTED LOCO! A ÉL SOLO LO VEN SI ESPERAN UNA LARGA ESPERA DE DOS A TRES MESES O MAS, POR TANTO NOS CONMINÓ A QUE AL DIA SIGUIENTE A LAS 4.30HS. DE LA MAÑANA OCURRIÉRAMOS A LA MISA QUE EL PADRE CELEBRABA TODOS LOS DÍAS EN LA IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA. LA MISA DURÓ UNA HORA Y MEDIA. AL TERMINAR LA MISA ME FUI AL CONVENTO A BUSCAR AL PADRE RENATO AL CUAL LE LLEVABA UNA NOTA DE UN PADRE GUSTAVO MORELOS, DONDE LE SOLICITABA ME AYUDARA DURANTE MI VISITA A SAN GIOVANNI ROTONDO. DESPUÉS DE MUCHA BÚSQUEDA Y ESPERAS, ESA MAÑANA, AL FIN DI CON EL PADRE RENATO , QUIEN EN FORMA INCRÉDULA ME EXPRESÓ SU SORPRESA POR PEDIR SEMEJANTE COSA DE SER RECIBIDO PERSONALMENTE POR EL PADRE PÍO, SIN EMBARGO, ME CITÓ A LAS 15HS. EN LA PUERTA PRINCIPAL DEL CONVENTO DE LOS PADRES CAPUCHINOS, PARA INFORMARME LO QUE SE PODRÍA HACER, PUES LE EXPRESÉ QUE SOLAMENTE TRAÍA TIEMPO PARA ESTAR ESE DIA. CON GRAN EMOCIÓN E INCREDULIDAD, ESTUVE PUNTUAL Y PENSÉ QUE POR ESA PUERTA EL P. PÍO SALDRÍA, PERO NO FUE ASÍ, SINO EN PUNTO A LA HORA INDICADA, ME ABRIÓ LA PUERTA DEL CONVENTO UN PADRECITO CAPUCHINO Y ME HIZO LA SEÑA DE QUE LO SIGUIERA. MI EMOCIÓN CRECÍA, PUES PASO A PASO IBA ENTRANDO EN EL CONVENTO CAPUCHINO, VIENDO A LOS LADOS DEL PASILLO LAS HABITACIONES ABIERTAS DE LOS FRAILES, HASTA QUE ENTRAMOS EN UNA SALA (SALA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS) EN LA CUAL HABÍA MUCHA LUZ, MACETONES CON HELECHOS MUY HERMOSOS Y UNA IMAGEN PEQUEÑA DE LA VIRGEN DE FÁTIMA. A LOS TRES MINUTOS DE ESTAR EN ESA SALA ENTRÓ EL PADRE HONORATO Y ME EXPRESÓ, ---AHORA VENGO CON EL PADRE PÍO....Y ASÍ FUE, YO CUANDO LO VI, NO ME HINQUÉ, SINO ME DESPLOMÉ, PUES SU FIGURA PATERNAL NUNCA, NUNCA, NUNCA LA OLVIDARÉ---TRAÍA CONMIGO UNA NOTA QUE YO HABÍA FORMULADO EN MAL ITALIANO , DONDE LE EXPRESABA MI DESEO DE QUE ME AYUDARA A TENER UN HIJO EN MI FAMILIA, -Y EL BONDADOSAMENTE ME MIRÓ, FUE EN ESE MOMENTO, CUANDO SAQUÉ DE MI MOCHILA UNA TALLA DE JESÚS CRUCIFICADO (QUE CONSERVO ) Y ORÓ EN ELLA CON MUCHA DEVOCIÓN, ESTA TALLA LA RECIBIÓ EL P. PÍO CON SUS DOS MANOS VENDADAS Y SE LA LLEVÓ A LA BOCA PARA BENDECIRLA,-- AL REGRESÁRMELA COMO LA LENTITUD DE LA ENTREGA DE UN CUERPO SIN VIDA APARENTE, PARA MI SE TRANSFORMÓ Y CASI NO SABÍA COMO SOSTENER AQUELLA FIGURA, QUE SIENDO LA MISMA.- HABÍA TENIDO UN ALGO QUE HASTA LA FECHA ME PERDURARÁ., PERO RECIBÍ ESA TALLA Y EL PADRE PÍO ME PUSO LA MANO EN LA CABEZA Y SOLO ME EXPRESO............!.ORA¡......., DE AHÍ SE FUE Y LO VI POR ULTIMA VEZ EN EL ROSARIO AL CUAL MI ESPOSA YA ME ESTABA ESPERANDO Y CON MUCHOS TRABAJOS LOGRABA “APARTARME” UN LUGAR. PARA UNIRME CON LOS ASISTENTES AL ROSARIO QUE EL P. PÍO DIRIGIÓ POR HORA Y MEDIA. CON UNA PAUSA EN CADA ORACIÓN QUE LE LLENABA A UNO EL ALMA DE EMOCIÓN. DESPUÉS FUIMOS A LA OFICINA QUE EL PADRE PÍO TENIA PARA RECIBIR CORRESPONDENCIA Y HACER LAS CITAS PARA LA CONFESIÓN Y EL REGISTRO “DE LOS HIJOS ESPIRITUALES “ QUE EL PADRE PÍO APROBABA, AHÍ ENTREGAMOS MI ESPOSA Y YO UNA FOTOGRAFÍA Y AL REGRESAR A MÉXICO NOS ENCONTRAMOS CON UNA CARTA DE ESA OFICINA EN LA CUAL NOS REMITIERON LAS FOTOS NUESTRAS CON UN SELLO EN ITALIANO ACEPTADOS POR EL PADRE PÍO COMO “HIJOS ESPIRITUALES” EL 12 DE AGOSTO DE 1968 NACIÓ –CARMEN LUZ- NUESTRA PRIMERA HIJA, DESPUÉS VENDRÍAN RITA MARIA Y JOSÉ CARLOS. EN 1988 CARMEN FUE A LA TUMBA DEL PADRE PÍO Y LE SUCEDIERON COSAS EXTRAORDINARIAS. EN MAS DE TREINTA TRES AÑOS HE TENIDO LA IDEA DE POR AMOR AL PADRE PÍO PROMOVER LA CONSTITUCIÓN DE LOS” GRUPOS DE ORACIÓN “ CUYA FINALIDAD ES UN MEDIO ORDENADO, DIRIGIDO Y NORMADO DE EVANGELIZACIÓN, QUE DEBE CUMPLIR ESTRICTAMENTE LO ESTABLECIDO POR EL ÓRGANO ESPECIFICO ESTABLECIDO EN SAN GIOVANNI ROTONDO CON AUTORIZACIÓN DE ROMA Y QUE ENTRE OTROS REQUISITOS SEÑALA LA RESPONSABILIDAD DEL PÁRROCO, AVALADA POR EL OBISPO , ETC. DESPUÉS DE ALGUNOS ESFUERZOS, HE LOGRADO CONSTITUIR EN PUEBLA UN GRUPO, OTRO ESTA EN FORMACIÓN EN AGUASCALIENTES Y CON PROMOCIÓN DE OTRA PERSONA HAY UN GRUPO EN LA COLONIA “LAS ÁGUILAS” COMO EL DICHO DICE “LUZ EN LA CASA VECINA Y OSCURIDAD EN LA PROPIA, DE AHÍ QUE DESEO PONER A SU MUY ESTIMABLE CONSIDERACIÓN LA POSIBILIDAD DE QUE USTED ME AUTORICE A INICIAR LOS MOVIMIENTOS PARA ESTABLECER EN NUESTRA PARROQUIA UN GRUPO DE ORACIÓN, EN EL CUAL SE TENGA LA PRESENCIA DEL PADRE PÍO QUE YA ES BEATO (MAYO 2 DE 1999) Y SE FORTALEZCA NUESTRA RELIGIÓN CON LA GUÍA DE USTED Y EL APOYO DE LOS FIELES DE SATÉLITE. ESTA MISIVA ES PRELIMINAR PARA QUE USTED ME CONOZCA Y VEA MI FORMACIÓN Y PUEDA LLEVAR A CABO ESTA MISIÓN QUE ME HE IMPUESTO. ATENTAMENTE CARLOS TOLEDO LLAMPALLAS MEXICO, D.F. A NOVIEMBRE 2 DE 2000 |
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