"El Padre Pío era un hombre de Dios. Rezaba por quien no rezaba. Apenas comía ni bebía. Llevaba siempre en la mano el Santo Rosario, su arma más poderosa contra el enemigo, la cual empleaba sin descanso. (... ) Él decía: "Haced amar a la Virgen. Ella os escuchará. Rezad el Rosario todos los días y Ella lo pensará todo"
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