viernes, 16 de diciembre de 2011

"HARÉ MÁS RUIDO MUERTO QUE VIVO"

El Padre Pío prometió que haría más ruido muerto que vivo, y lo ha cumplido en España este año


CAMINEO.INFO.- La expresión "haré más ruido muerto que vivo" fue una profecía más de las muchas que jalonaron la vida de San Pío de Pietrelcina (1887-1968). Con ella quiso expresar que la poderosa fuerza de intercesión que Dios le había concedido, y que se tradujo en una sucesión inacabable de milagros en vida como no se recuerda de ningún otro santo de los últimos siglos, continuaría tras su muerte.

No fue un don fácil de recibir, porque tuvo un precio. El Padre Pío vivió en su carne la Pasión de Cristo durante medio siglo, con los estigmas en manos, pies y costado y un continuo sufrimiento que completaba con una continua oración y un único objetivo: la salvación de las almas. Prácticamente su único apostolado fue confesar durante horas sin fin, en la pequeña iglesia de San Giovanni Rotondo, a decenas de miles de personas que llegaban a su confesonario desde todos los rincones del mundo.

El octubre del año pasado el escritor José María Zavala publicó una obra, Padre Pío. Los milagros desconocidos del santo de los estigmas (LibrosLibres), que recogía historias del santo desconocidas hasta el momento. Unas, procedentes de la Positio de canonización. Otras, sucedidas tras su fallecimiento y hasta nuestros días.

Lo llamativo del caso es que acaba de salir una quinta edición de este libro que incorpora un capítulo nuevo dedicado exclusivamente a recoger un buen número de nuevos hechos extraordinarios vinculados al santo, y que, o bien tienen su origen en el mismo libro (la mayor parte), o bien han llegado a conocimiento del autor tras su publicación.

Algunos (a la espera, por supuesto, del juicio de la Iglesia) figurarían en el ámbito de los milagros en sentido estricto: curaciones que la ciencia no puede explicar.

Cánceres y cólicos
Por ejemplo, el cáncer de cerebelo de Rita. Se lo diagnosticaron a los pocos días de que su hija, Teresa, acudiese a la presentación del libro en la parroquia María Virgen Madre de Madrid, que dirige el sacerdote Santiago Martín, y donde intervino el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla.

Teresa apenas había oído hablar del Padre Pío hasta aquella fecha, pero cuando el médico les dijo que a su madre le quedaban tres meses de vida, y que era el momento de hacer un último viaje juntas, no dudó en llevarla a San Giovanni Rotondo. Cuando regresaron, Rita se encontró muy mal y hubo que ingresarla de nuevo. Al hacerle las nuevas pruebas... el cáncer había desaparecido.

Teresa, que sólo se había confesado una vez desde entonces, lo hace ahora con frecuencia y se está preparando para recibir el sacramento de la Confirmación.

También está el caso de Charo y Pati, de nuevo madre e hija, pero en este caso la curación fue doble e idéntica. Con un año de diferencia, a ambas les diagnosticaron un cólico nefrítico que requería intervención quirúrgica, y a ambas les suspendieron la intervención quirúrgica porque al ir a hacerla las piedras habían desaparecido del riñón.

Como en la historia anterior, no era sanar el cuerpo, sino el alma, lo que el Padre Pío buscaba. Charo y Pati habían sido socialistas y feministas toda su vida, hasta que conocieron al santo capuchino en el ámbito de un grupo carismático. Su cambio fue radical y encontraron a su vida un sentido que, envueltas en esos errores, habían perdido.

La sonrisa de Marta
El relato más emotivo de este capítulo es el de Marta. Murió de cáncer a los nueve años, tras tres de sufrimiento que llevó siempre con alegría. Señalada por Dios y educada en el amor a Él, cuando salió de la primera operación, lo primero que pidió a su abuela no fue comer o jugar: "Quiero rezar", dijo. No se separaba nunca de la reliquia especial del Padre Pío que le había regalado el padre Elías Cabodevilla, prologuista del libro.

Su padre también fue a San Giovanni Rotondo a pedir el milagro. Pero no tuvo la suerte de Teresa y Rita. ¿O sí? Él, desde luego, no se siente frustrado, porque sí hubo milagro. Que no fue la curación, sino "el modo de vivir la enfermedad y la manera en que [la niña] nos contagiaba su entusiasmo. Nos enseñó a vivir cristianamente": su enfermedad sirvió para congregar en torno a la oración por ella a muchos familiares separados hasta entonces por graves desavenencias.

Raquel y Betty
Sustituir el odio por amor: he ahí otro milagro del alma. Y sucedió en Madrid con dos hermanas venezolanas que llevaban siete años sin hablarse. La señora de la casa donde trabajaba Raquel conoció el libro de Zavala, se lo pasó a ella, y ésta, sin mucha convicción al principio, lo leyó.

Decidió pedir al Padre Pío la reconciliación con Betty... y antes de una semana se estaban fundiendo en un abrazo.

Ésa es la huella de este santo: rescatar almas alejadas de Dios, como la de Consuelo, entregada a una locura de sexo y cocaína, y que escribió al autor de libro en los últimos meses para explicarle quién la sacó de ese hoyo.

Padre Pío ha servido incluso para dar una vocación sacerdotal. Raúl, ahora seminarista, tiene en aquel hombre excepcional el modelo perfecto de la "profesión" que ha escogido: la imitación de Cristo.

domingo, 11 de diciembre de 2011

HECHOS EXTRAORDINARIOS. PENSAMIENTOS. EL MILAGRO PARA JUAN PABLO II y más.






 Un milagro para Karol Wojtyla

La profesora Wanda Poltawska, polaca, a causa de una grave enfermedad estaba en el hospital esperando ser operada. La operación, según los médicos, aunque tuviera éxito, no le iba a dar más de un año de vida.

La señora Wanda enseñaba psiquiatría en la Universidad de Cracovia y en aquel tiempo era colaboradora del arzobispo Karol Wojtyla y estaba ligada a él por profunda estimación y amistad.

En aquellos meses el arzobispo estaba en Roma en ocasión del sínodo de obispos. Cuando supo de la gravísima enfermedad de la doctora, se acordó que en San Giovanni Rotondo tenía a su gran amigo el Padre Pío, que había conocido y visitado en el lejano año de 1947, durante unas vacaciones de verano. El 17 de noviembre de 1962 le escribió la siguiente carta:

“Venerable Padre, te ruego que eleves a Dios una oración por una madre de cuatro hijas, que tiene 40 años y vive en Cracovia, en Polonia. Durante la última guerra  pasó cinco años en un campo de concentración de Alemania. Está en gravísimo peligro de perder la vida a causa de un cáncer. Ruega para que Dios, por la intercesión de la Santísima Virgen, le muestre su misericordia a ella y a su familia”.


 En Cristo obligadísimo Karol Wojtyla”.

Cuadro de texto: fuente : 
REVISTA GENTE MESE
abril 1999
 
 

La carta le fue entregada personalmente a Padre Pío por mano del señor Angelo Battisti, administrador de las obras sociales de San Giovanni Rotondo. Padre Pío, después de haber leído la carta le dijo a Don Angel:

¡”A este no le  puede decir que no”!

Luego, después de un silencio pensativo, añadió

“Angelillo, guarda esta carta por que un día será importante”.

Once días mas tarde, precisamente el 28 de noviembre, el arzobispo de Cracovia volvía a enviar a San Giovanni Rotondo una segunda carta en la que le daba las gracias a Dios y al Padre Pío porque en los últimos exámenes clínicos que le practicaron a la doctora Wanda, poco antes de la operación, los médicos habían descubierto que el tumor maligno había desaparecido: 

 “Venerado Padre, la mujer que vive en Cracovia, en Polonia, madre de 4 niñas, el día 21 de noviembre antes de la operación quirúrgica  se curó repentinamente. Damos gracias a Dios y también a ti venerado padre expreso mi sincero agradecimiento a nombre de la señora, de su marido  y de toda su familia” 

 











"Cada Santa Misa, escuchada con devoción, produce en nuestras almas efectos maravillosos, abundantes gracias espirituales y materiales que, nosotros mismos, no sabemos..¡Es más fácil que la tierra exista sin el sol que sin el Santo Sacrificio de la Misa!"    Padre Pío

 
  TESTIMONIO DE LAURETTA BELSASSO

          CÓMO CONOCÏ PERSONALMENTE A PADRE PIO:


    Las señoras italianas en la Ciudad de México, se reunían para obtener fondos para enviarlos a la recién fundada “CASA SOLLIEVO DELLA SOFFERENZA (mayo de 1956): organizaban tés de caridad en la Embajada de Italia, rifas y otras manifestaciones para mantener una cama del hospital a nombre de “SEÑORAS ITALIANAS DE MÉXICO”.

    En mayo de 1958 mi madre (Edda) y yo íbamos a ir de vacaciones a Roma, a París y Bruselas y decidimos pasar por San Giovanni Rotondo para entregarle personalmente a Padre Pío el cheque de lo que habíamos recaudado. Yo quería pedirle que me iluminara en mi vida sentimental pues un muchacho belga me había pedido que nos casáramos y yo me sentía demasiado joven para dar el paso y además lo conocía poco pues yo vivía en México y él en Bruselas.


    Mandamos una carta de solicitud de audiencia y cuando ya estábamos en Roma nos llegó un telegrama que decía “breve coloquio con Padre Pío el 24 de mayo a las 7 de la mañana. Nos informaban también que habían reservado una habitación para la noche anterior en el convento de las Hermanas que atendían el Hospital ya que no había más que un pequeño hotel y no había cuartos disponibles.
    El 23 de mayo por la mañana tomamos un tren hacia FOGGIA, ahí, frente a la estación tomamos el autobús que sale cada hora para San Giovanni Rotondo y en una hora estábamos en el pueblito de Padre Pío. Digo “pueblito”, pues la verdad todo era modesto y pequeño, sólo el gran hospital, de pura caridad “LA CASA SOLLIEVO DELLA SOFFERENZA”.


    Caminamos hasta la casa de las Monjas, dejamos nuestras cosas y nos dirigimos a la Casa Sollievo della Sofferenza para entregar el cheque y pedir instrucciones para la visita a Padre Pío y hacer una visita a las grandiosas instalaciones.


Nos dijeron que al día siguiente fuéramos a la Misa que celebraba Padre Pío a las 6 de la mañana y de ahí un niño nos acompañaría hasta el Confesionario de Padre Pío, donde podríamos hablar con él.


    Así fue. Yo dormí poco toda la noche por el entusiasmo de que conocería a Padre Pío, mi mamá también estaba emocionada. A las 5 de la mañana las monjas nos despertaron, nos bañamos y caminamos hasta la Iglesia, en construcción (que se inauguró un año después), donde Padre Pío celebraba su Misa maravillosa y a la que asistían también muchos de los enfermos, desde las ventanas del Hospital. Los que participamos en la Misa, percibimos la altura y profundidad de su espiritualidad. La Misa fue algo extraordinario. El Padre Pío sufría el abandono del Padre y la sed hasta la comunión, momento culminante de la Misa. Inclinado sobre el altar, apretando el cáliz entre las manos y con el Señor en su corazón, completamente enajenado, permanecía largos minutos con Jesús, sin escatimar tiempo.



 Cuando celebraba la Misa, el aspecto exterior de ese Siervo de Dios impresionaba, arrebataba y conmovía profundamente. La Misa del Padre Pío ha sido siempre un misterio.

    Una hora y veinte después, al terminar la Misa, un niño nos acompañó al Confesionario que se encontraba en la pequeña iglesia antigua. A los dos lados del Confesionario ya había unas filas enormes de personas que se iban a confesar con el Padre. A nosotros nos llevó frente a él y las dos caímos de rodillas ante la presencia de ese gran sacerdote. No recuerdo mucho por la emoción que tenía, sólo que Padre Pío tomó la mano de mi mamá donde traía las fotografías de mi papá y de Guido mi hermano y sin que ella abriera la boca él le dijo “una bendición para tu marido y tu hijo”, luego le tocó el hombro y le dijo “sigue haciendo obras de caridad” y se volteó hacia mí, puso su mano sobre mi cabeza y me dijo:”se te van a aclarar todas tus dudas”. Así, después de 5 minutos frente a él, nos dio su mano para que besáramos sus llagas y nos despidió.


    Salimos de la Iglesia un poco desconcertadas, pues había sido todo tan rápido. Mi mamá me comentó que eso no había sido “un breve coloquio” pues ninguna de las dos pudimos hablar con Padre Pío y estaba un poco triste. Yo le decía que aunque no habíamos pedido nada, Padre Pío sabía lo que queríamos y nos lo había dado.


    Cuando llegamos a casa de las Religiosas, vino corriendo el niño que nos había acompañado, diciendo que había un mensaje de Padre Pío para mi mamá en el hospital. Ella, que no quería caminar mucho, me pidió que yo fuera..


    Llegando ahí una de las enfermeras me dio 2 rosarios y me dijo que Padre Pío nos los mandaba y se disculpaba con mi mamá, pero que había almas que necesitaban “más tiempo “. Cuando se lo conté a mi mamá…se quería morir de la pena pues se dio cuenta de que Padre Pío, sin moverse del confesionario, había comprendido su desilusión y quería disculparse!!!!.


    En 1967 visité nuevamente a Padre Pío. Durante la Misa me había concentrado al máximo en el tremendo misterio que se estaba celebrando en mi presencia: (como había dicho Padre Pío) en la redención de mi alma y la reconciliación con Dios. En mi mente le pedí que me diera una señal de que sabía quien era yo.


    Gentes de todas las partes del mundo acudían a San Giovanni Rotondo para participar en aquella Misa, impulsados por la fuerza irresistible del Espíritu Santo. Después de esperar impacientes toda la noche en la explanada de la iglesia, los peregrinos, al abrirse las puertas del templo, irrumpían tumultuosamente en la casa de Dios y se apiñaban en torno al altar para ver de cerca al estigmatizado. Cristo crucificado se hacía presente visiblemente en la persona de su ministro: su pasión y muerte se reflejaba durante la celebración del sacrificio del Calvario, celebrada por su sacerdote, Padre Pío, que en aquel momento le prestaba voz, manos y corazón.


    Me permitieron estar entre un pequeño grupo de sus devotos, en el pasillo donde pasaba Padre Pío en su silla de ruedas, para ir a su celda, después de la Misa. Ya estaba enfermo, de hecho, murió un año después. Al pasar frente a mi y darme su mano a besar, como a las otras personas, me tocó la cabeza y me sonrió. Lo seguí con mi mirada y a nadie más le tocó la cabeza. Era la prueba que yo esperaba. Padre Pío, sí sabía quien era yo!!!.


    Han pasado muchos años desde esas dos fechas y no hemos podido olvidar esos pocos pero maravillosos minutos que pasamos frente a Padre Pío. Mi mamá siguió haciendo cada vez más obras de caridad y hablando con sus amigas de Padre Pío, hasta el día de su muerte, poco antes de cumplir los 88 años en 1994.


    Y yo, bueno, cada día de mi vida le rezo y pido por todas las personas que conozco y trato de difundir su devoción, para que todos aquellos que lo conozcan, sepan lo que significa SER SANTO!!!! Un hombre modesto que comprendió bien pronto que su camino era el de la Cruz y lo aceptó inmediatamente con valor y por amor. Que experimentó durante muchos años los sufrimientos del alma, y durante años soportó los dolores de sus llagas con admirable serenidad.


    El amor de Dios llenó totalmente al Padre Pío, colmando todas sus esperanzas; la caridad era el principio inspirador de su jornada: amar a Dios y hacerlo amar. Su preocupación particular: crecer y hacer crecer en la caridad.


    Para el Padre Pío la fe era la vida: quería y hacía todo a la luz de la fe. Estuvo dedicado asiduamente a la oración. Pasaba el día y gran parte de la noche en coloquio con Dios. Decía: “En los libros buscamos a Dios, en la oración lo encontramos. La oración es la llave que abre el corazón de Dios”. La fe lo llevó siempre a la aceptación de la voluntad misteriosa de Dios.


El Santo y el Siervo
La historia de Vincent Falco
Vincent Falco
Libro producido por Vincent Falco


TESTIMONIO  DE CARLOS TOLEDO LLAMPALLAS

SUS HIJOS CARMEN LUZ, RITA MARIA Y JOSE CARLOS

(fragmento de una carta dirigida  al PBro. Luis Eduardo Suesco)

 …EN UNIÓN A MI ESPOSA RITA FUIMOS MIEMBROS DE  LA DIFUSORA MARIANA QUE FORMAMOS 15 CATÓLICOS, EN EL CAMINO DE ESTA DIFUSIÓN, CONOCIMOS INFORMES DEL REVERENDO PADRE PÍO DE PIETRELCINA QUE VIVÍA EN EL CONVENTO DE  LOS PADRES CAPUCHINOS EN SAN GIOVANNI  ROTONDO, FOGGIA ITALIA. 

POCO A POCO FUIMOS CONOCIENDO LOS HECHOS MARAVILLOSOS. DE LA VIDA DE ESTE GRAN  SACERDOTE, QUE DESDE UN PRINCIPIO NOS IMPACTÓ A MI ESPOSA Y A MI.

 HAGO UN PARÉNTESIS PARA EXPRESAR A USTED QUE TAMBIÉN CON MI ESPOSA PARTICIPAMOS DURANTE CUATRO AÑOS CONSECUTIVOS EN EL MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO, TODO ELLO NOS HIZO REFLEXIONAR QUE AL HABER PASADO 10 AÑOS DE MATRIMONIO, REQUERÍAMOS ROGAR A DIOS NOS DIERA LA GRACIA DE LA FECUNDIDAD, PUES LOS ESTUDIOS HECHOS CON MUCHOS MÉDICOS EN MÉXICO Y EN ESTADOS UNIDOS, NO INDICABAN NINGÚN IMPEDIMENTO, INTENTAMOS LA INSEMINACIÓN DE MI ESPERMA Y TAMPOCO DIO RESULTADO.

 TOTAL EN MAYO DE 1967, DECIDIMOS HACER UN VIAJE A EUROPA Y VISITAR ENTRE OTROS LUGARES SAN GIOVANNI ROTONDO Y GARABANDAL ESPAÑA.

 PRIMERO FUIMOS A SAN GIOVANNI, EXPONIENDO AL DUEÑO DEL HOTEL QUE QUERÍAMOS ESTAR PERSONALMENTE  CON EL PADRE  PÍO Y LA RESPUESTA FUE UN ROTUNDO ¡ESTÁ USTED LOCO! A ÉL SOLO LO VEN SI ESPERAN UNA LARGA ESPERA DE DOS A TRES MESES O MAS, POR TANTO NOS CONMINÓ A QUE AL DIA SIGUIENTE A LAS 4.30HS. DE LA MAÑANA OCURRIÉRAMOS A LA MISA QUE EL PADRE CELEBRABA TODOS LOS DÍAS EN LA IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA. LA MISA DURÓ UNA HORA Y MEDIA.

 AL TERMINAR LA MISA ME  FUI AL CONVENTO A BUSCAR AL PADRE RENATO AL CUAL LE  LLEVABA UNA NOTA DE UN PADRE GUSTAVO MORELOS, DONDE  LE SOLICITABA ME AYUDARA DURANTE MI VISITA A SAN GIOVANNI ROTONDO.

 DESPUÉS DE MUCHA BÚSQUEDA Y ESPERAS,  ESA MAÑANA, AL FIN DI CON EL PADRE RENATO , QUIEN EN FORMA INCRÉDULA  ME EXPRESÓ  SU  SORPRESA  POR PEDIR SEMEJANTE COSA DE  SER RECIBIDO PERSONALMENTE  POR EL PADRE  PÍO, SIN EMBARGO, ME CITÓ A LAS 15HS. EN LA PUERTA PRINCIPAL DEL CONVENTO DE LOS PADRES CAPUCHINOS, PARA INFORMARME LO QUE SE PODRÍA HACER, PUES LE EXPRESÉ QUE SOLAMENTE TRAÍA TIEMPO PARA ESTAR ESE  DIA.

 CON GRAN  EMOCIÓN E INCREDULIDAD, ESTUVE PUNTUAL Y PENSÉ QUE POR ESA PUERTA EL P. PÍO SALDRÍA, PERO NO FUE ASÍ, SINO EN PUNTO A LA HORA INDICADA,  ME ABRIÓ LA PUERTA DEL CONVENTO UN PADRECITO CAPUCHINO Y ME HIZO LA SEÑA DE QUE LO SIGUIERA.

 MI EMOCIÓN CRECÍA, PUES PASO A PASO IBA ENTRANDO EN EL CONVENTO CAPUCHINO, VIENDO A LOS LADOS DEL PASILLO LAS HABITACIONES ABIERTAS DE LOS FRAILES, HASTA QUE ENTRAMOS EN UNA SALA (SALA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS) EN LA CUAL HABÍA MUCHA LUZ, MACETONES CON HELECHOS MUY HERMOSOS Y UNA IMAGEN PEQUEÑA DE  LA VIRGEN DE FÁTIMA.

 A LOS TRES MINUTOS DE ESTAR EN ESA SALA ENTRÓ EL PADRE HONORATO Y ME EXPRESÓ, ---AHORA VENGO CON EL PADRE PÍO....Y ASÍ FUE,

 YO CUANDO LO VI, NO ME HINQUÉ, SINO ME DESPLOMÉ, PUES SU FIGURA PATERNAL NUNCA, NUNCA, NUNCA LA OLVIDARÉ---TRAÍA CONMIGO UNA NOTA QUE YO HABÍA FORMULADO EN MAL ITALIANO , DONDE  LE EXPRESABA MI DESEO DE QUE ME AYUDARA A  TENER UN HIJO EN MI FAMILIA, -Y EL BONDADOSAMENTE ME MIRÓ, FUE EN ESE MOMENTO, CUANDO  SAQUÉ  DE  MI MOCHILA UNA TALLA DE JESÚS CRUCIFICADO (QUE CONSERVO ) Y ORÓ EN ELLA CON MUCHA DEVOCIÓN, ESTA TALLA LA RECIBIÓ EL P. PÍO CON SUS DOS MANOS VENDADAS Y SE LA LLEVÓ A LA BOCA PARA BENDECIRLA,--
 AL REGRESÁRMELA COMO LA LENTITUD DE LA ENTREGA DE UN CUERPO SIN VIDA APARENTE, PARA MI SE  TRANSFORMÓ Y CASI NO SABÍA COMO SOSTENER AQUELLA FIGURA, QUE SIENDO LA MISMA.- HABÍA TENIDO UN ALGO QUE HASTA LA FECHA ME PERDURARÁ., PERO RECIBÍ  ESA TALLA Y EL PADRE PÍO ME  PUSO LA MANO EN LA CABEZA Y SOLO ME EXPRESO............!.ORA¡......., DE AHÍ SE FUE  Y LO VI POR ULTIMA VEZ EN EL ROSARIO AL CUAL MI ESPOSA YA ME ESTABA ESPERANDO Y CON MUCHOS TRABAJOS LOGRABA “APARTARME”  UN LUGAR. PARA UNIRME CON LOS ASISTENTES AL ROSARIO QUE EL P. PÍO DIRIGIÓ POR HORA Y MEDIA. CON UNA PAUSA EN CADA ORACIÓN QUE LE LLENABA A UNO EL ALMA DE EMOCIÓN. 

DESPUÉS FUIMOS A LA OFICINA QUE  EL PADRE PÍO TENIA PARA RECIBIR CORRESPONDENCIA Y HACER LAS CITAS PARA LA CONFESIÓN Y EL REGISTRO  “DE  LOS HIJOS ESPIRITUALES “ QUE EL PADRE  PÍO APROBABA, AHÍ ENTREGAMOS MI ESPOSA Y YO UNA FOTOGRAFÍA Y AL REGRESAR A MÉXICO NOS ENCONTRAMOS CON UNA CARTA DE ESA OFICINA EN LA CUAL NOS REMITIERON LAS FOTOS NUESTRAS CON UN SELLO EN ITALIANO ACEPTADOS  POR EL PADRE PÍO COMO “HIJOS ESPIRITUALES” 

EL 12 DE AGOSTO DE 1968 NACIÓ  –CARMEN LUZ- NUESTRA PRIMERA HIJA, DESPUÉS VENDRÍAN RITA MARIA Y JOSÉ CARLOS. EN 1988 CARMEN FUE A LA TUMBA DEL PADRE PÍO Y LE SUCEDIERON COSAS EXTRAORDINARIAS. 

EN MAS DE TREINTA TRES AÑOS HE TENIDO LA IDEA DE POR AMOR AL PADRE PÍO PROMOVER  LA CONSTITUCIÓN DE LOS” GRUPOS DE ORACIÓN “ CUYA FINALIDAD ES UN MEDIO ORDENADO, DIRIGIDO Y NORMADO DE EVANGELIZACIÓN, QUE DEBE CUMPLIR ESTRICTAMENTE  LO  ESTABLECIDO POR EL ÓRGANO ESPECIFICO   ESTABLECIDO EN SAN GIOVANNI ROTONDO CON AUTORIZACIÓN DE ROMA Y QUE ENTRE OTROS REQUISITOS SEÑALA LA RESPONSABILIDAD DEL PÁRROCO, AVALADA POR EL OBISPO , ETC.

 DESPUÉS DE ALGUNOS ESFUERZOS, HE  LOGRADO CONSTITUIR EN PUEBLA UN GRUPO, OTRO ESTA EN FORMACIÓN EN AGUASCALIENTES Y CON PROMOCIÓN DE OTRA PERSONA HAY UN GRUPO EN LA COLONIA “LAS ÁGUILAS” COMO EL DICHO  DICE “LUZ EN LA CASA VECINA Y OSCURIDAD EN LA PROPIA,  DE AHÍ QUE DESEO PONER A SU MUY ESTIMABLE CONSIDERACIÓN LA POSIBILIDAD DE QUE USTED ME AUTORICE A INICIAR LOS MOVIMIENTOS PARA ESTABLECER EN NUESTRA PARROQUIA UN GRUPO DE ORACIÓN, EN EL CUAL SE TENGA LA PRESENCIA DEL PADRE PÍO QUE YA ES BEATO (MAYO 2 DE 1999)  Y SE FORTALEZCA NUESTRA RELIGIÓN CON LA GUÍA DE USTED Y EL APOYO DE LOS FIELES DE SATÉLITE.

ESTA MISIVA ES PRELIMINAR PARA QUE USTED ME CONOZCA Y VEA MI FORMACIÓN Y PUEDA LLEVAR A CABO ESTA MISIÓN QUE ME HE IMPUESTO.

ATENTAMENTE
CARLOS TOLEDO LLAMPALLAS
MEXICO, D.F. A NOVIEMBRE 2 DE 2000

lunes, 5 de diciembre de 2011

DE OTROS MILAGROS DEL PADRE PÍO

Un sacerdote ortodoxo y su feligresía se convirtió al cristianismo en noviembre del 2007 tras levantar la primera Iglesia dedicada al Padre Pío. La conversión del sacerdote rumano fue a raíz de conocer la existencia del Padre Pío y ser testigo de un milagro realizado por Dios por intercesión del santo. La historia se remonta a 2002 cuando a la madre del sacerdote, que padecía cáncer de pulmón, le anunciaron que le quedaban pocos meses de vida. Ante tal situación el sacerdote contactó con uno de los cirujanos más eminentes y se trasladó a Roma con su madre. Durante la estancia frecuentaron una Iglesia en la que se encontraba una imagen del padre Pío ante la cual la madre se pasaba horas y horas contemplándola. Al cabo de quince días los médicos anunciaron que el tumor había desaparecido milagrosamente.

“La curación prodigiosa de mi madre, realizada por el padre Pío a favor de una mujer ortodoxa, me impresionó mucho – dijo el sacerdote ortodoxo –. Empecé a leer la vida del santo y conté lo sucedido a mis parroquianos y estos empezaron a conocer y amar al santo. Leíamos todo lo que encontrábamos sobre él. Su santidad nos conquistaba. Mientras tanto, también otros enfermos recibieron gracias extraordinarias del padre Pío. Entre mi gente se difundió un gran entusiasmo y, poco a poco, decidimos hacernos católicos (tras un largo procedimiento jurídico), para estar más cercanos al Padre”.

    

sábado, 3 de diciembre de 2011

ENTREVISTA A JOSÉ MARÍA ZAVALA AUTOR DEL LIBRO: "Padre Pío, los milagros desconocidos del santo de los estigmas". Y comentarios de un devoto.

"Padre Pío, los milagros desconocidos del santo de los estigmas".


Así se titula el nuevo libro de José María Zavala. El autor ha recopilado testimonios de conversiones y curaciones experimentados por intercesión de este santo de fama universal. "Nunca había sentido tantos deseos de compartir una experiencia que me ha marcado de por vida", reconoce el autor, recordando que la canonización de Padre Pío de Pietrelcina en 2002, batió todos los records de asistencia de fieles en la historia de la Iglesia.

Padre Pío, en el siglo, Francesco Forgione, nació en Pietrelcina, el 25 de Mayo de 1887 y falleció en San Giovanni Rotondo, el 23 de septiembre de 1968. Fue un sacerdote y fraile capuchino, que durante 50 años, llevó en su cuerpo los estigmas o señales de la pasión de Cristo.

-¿Cómo se le recuerda al Padre Pío en el convento de San Giovanni Rotondo, donde pasó casi toda su vida?

-José María Zavala: Con inmenso cariño. Hay fieles que siguen percibiendo el intenso perfume de sus estigmas como la mejor señal de que nunca les abandona, esa misma fragancia que dejó helado a más de un incrédulo.

-¿Quedan muchas personas que le trataron íntimamente?

-José María Zavala: Pocas, pero he tenido la gran fortuna de entrevistarlas. Como sor Consolata, una monja de clausura de 95 años que me recibió en el convento para relatarme episodios tan inolvidables como desconocidos. Nunca se lo agradeceré lo suficiente. Igual que a Pierino Galeone, sacerdote octogenario con fama de santo, a quien el Padre Pío curó milagrosamente tras la Segunda Guerra Mundial. Lo mismo que a Paolo Covino, el capuchino que administró la Extremaunción al Padre Pío. Todos ellos rompen por primera vez su silencio para hablar del Padre Pío en este libro.

-¿Expresan alguna idea común?

-José María Zavala: Todos coinciden en que él hizo lo mismo que Jesús en la tierra: convirtió a los pecadores, sanó a los enfermos, consoló a los afligidos... Cargó con la Cruz durante toda su vida para redimir a los hombres del pecado. El Padre Pío sabía muy bien que sin sacrificio personal era imposible ganar almas para el Señor.

-¿Quién fue el Padre Pío?

-José María Zavala: Un regalazo que Dios hizo a los hombres en pleno siglo XX para que sigan creyendo en Él. Es imposible acercarse con sencillez y sin prejuicios a su figura y permanecer insensible. Conozco a mucha gente cuya fe estaba muerta por falta de obras y que por intercesión suya está ahora muy cerca del Señor, reza y es feliz haciendo felices a los demás.


-¿Hay una relación entre sus horas de confesionario y los estigmas?

-José María Zavala: "Todo es un juego de amor", decía él. De Amor, con mayúscula, por el prójimo; él sabía muy bien que lo mejor se compra siempre al precio de un gran sacrificio. El Padre Pío vivió "crucificado" durante cincuenta años con estigmas en manos, pies y costado que sangraban a diario. Semejante sufrimiento moral y físico era un medio infalible para liberar a muchas almas de los lazos de Satanás. Por eso mismo se pasaba a veces dieciocho horas seguidas en el confesionario.

-Como un nuevo cura de Ars...

-José María Zavala: Ahí radica la grandeza de este hombre de Dios. San Giovanni Rotondo, donde vivió y murió, sigue siendo hoy un auténtico camino de Damasco por el que millares de pecadores retornan al Señor. Es el primer sacerdote estigmatizado en la Historia de la Iglesia, y con unos carismas que le hacen muy especial, desde la bilocación (estar al mismo tiempo en dos lugares distintos) hasta el escrutinio de corazones que le permitía leer el alma de los penitentes antes de que comenzaran a contar los pecados.

-"Haré más ruido muerto que vivo", comentó un día. ¿Qué quiso decir?

-José María Zavala: Habría que preguntárselo a los centenares de personas en todo el mundo que por su intercesión siguen hoy convirtiéndose y/o curándose milagrosamente de una enfermedad mortal. Muchos de ellos aportan sus impactantes testimonios en este libro. Podemos afirmar que el Padre Pío sigue obrando hoy desde el Cielo, más prodigios que cuando estuvo en la tierra.

-Usted recoge algunas conversiones impactantes...

-José María Zavala: Gianna Vinci me relató en Roma uno de esos milagros que le dejan a uno boquiabierto. En cierta ocasión, una mujer enferma de cáncer rogó a su marido, agnóstico, que la llevase a San Giovanni Rotondo, pues había oído que el Padre Pío obraba milagros. El hombre puso una condición: esperaría fuera de la iglesia. Así que entró sola la madre con su hijo de diez años. Gianna Vinci estaba allí y lo vio todo. La mujer se arrodilló en el confesionario del Padre Pío mientras éste indicaba al niño que avisase a su padre. El chiquillo obedeció: "¡Papá, te llama el Padre Pío!", le dijo en la puerta. Pero aquel niño... ¡era sordomudo! Emocionado, el padre acabó confesándose y su esposa quedó curada del cáncer al instante.

-¿Cuál es el secreto de la popularidad de este santo?

-José María Zavala: El Amor por los demás, insisto. El Padre Pío sigue recogiendo hoy los frutos de su siembra desde el Cielo. En Italia pude sentir el gran cariño que la gente profesa a este gran santo. Al regresar a Madrid, mientras facturaba las maletas en el aeropuerto, un policía empezó a poner pegas. Pero en cuanto vio el retrato del Padre Pío que llevaba para un amigo, me dejó pasar con una sonrisa. "¡Menudo salvoconducto!", pensé.

-¿Va siendo conocido fuera de Italia?

-José María Zavala: Espero que este libro sirva para darle a conocer más en España, donde ya ha hecho unos cuantos milagros. En Argentina, México, Chile o Filipinas cuenta cada vez con más devotos.


-¿Qué significa este libro en el conjunto de su bibliografía?

-José María Zavala: Es sin duda mi obra más importante. Nunca había sentido tantos deseos de compartir con los lectores una experiencia que me ha marcado de por vida. Dicen que cuando el Padre Pío levanta un alma ya no la deja caer más. Pues eso mismo he comprobado yo en mi propia carne. Invito a todo el que quiera, por muy escéptico que sea, a conocer a este hombre de Dios. Le aseguro que no quedará indiferente. (Entrevista realizada por Zenit).


2 Comments:

Anónimo said...
Sin ningun lugar a dudas, el padre Pio es uno de los santos mas grandes que ha dado la iglesia a este mundo.
Anónimo said...
¡Que gran bendicion para todos nosotros poder conocer al Padre Pío! Sólo leer sus historias, su vida, sus palabras, sus comentarios y tratar de entender por lo que pasó en su vida, me está ayudando a llevar con amor y alegría una situación realmente dificil en mi vida. ¡Gracias Padre Pío! Y... ayúdame! Te mando a mi Angel de la Guarda para que no tengas que andar moviéndote de Allá, donde estás, junto a Nuestro Señor!!!!

viernes, 11 de noviembre de 2011

ORACIÓN DEL PADRE PÍO


Fuente:    http://www.senderoespiritual.com/oracin-del-padre-po/               
Quédate conmigo, Señor,
porque necesito de Tu Presencia para no olvidarte.
Sabes con qué facilidad puedo abandonarte.
Quédate conmigo, Señor,
porque soy débil y necesito de Tu Fuerza
para no caer tantas veces.
Quédate conmigo, Señor,
porque eres mi vida, y sin Ti pierdo el fervor.
Quédate conmigo, Señor,
porque eres mi Luz, y sin Ti sólo veo la oscuridad.
Quédate conmigo, Señor,
para que me des a conocer Tu Voluntad.
Quédate conmigo, Señor,
para que oiga Tu Voz y te siga.
Quédate conmigo, Señor,
si quieres que tenga Fe en Ti.
Quédate conmigo, Señor,
porque aunque mi alma sea tan pobre,
quiero que ella sea un nido de amor,
un lugar en el que encuentres consuelo.
Quédate conmigo, Señor,
pues es sólo a Ti que te busco,
Tu Amor, Tu Gracia, Tu voluntad, Tu Corazón, Tu Espíritu,
porque Te amo, y mi única recompensa es
amarte cada vez más.
Con ese Amor tan fuerte, deseo amarte con
todo mi cortazón mientras esté en la Tierra,
y continuar amándote con más perfección
durante toda la eternidad.
Padre Pío de Pietrelcina

miércoles, 9 de noviembre de 2011

LA CONEXIÓN DE PADRE PÍO





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Edición Especial De Padre Pio 

EL MENSAJE DE NUESTRA SENORA DEL MONTE CARMELO

PADRE PIO
-SU VIDA EXTRAORDINARIA
-RELACIÓN CON GARABANDAL
-TESTIMONIOS
-SU MISA



PADRE PIO

EL ALTAR Y EL CONFESIONARIO ERAN LOS PILARIES DE SU MINISTERIO



 SACERDOTAL.


Por Irene Dutra

... en él (Padre Pío) los aspectos que caracterizan el sacerdocio Católico estaban muy particularmente unidos y encontraron un eco espiritual: La facultad de consagrar El Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor y la de perdonar los pecados.

¿Acaso no fueron el altar y el confesionario los pilares de su vida?
SS Juan Pablo II, 23 de mayo de 1987
San Giovanni Rotondo

En la madrugada del domingo 22 de septiembre de 1968, el ultimo día de la celebración de un triduo solemne que conmemoraba el 50 aniversario de su estigmatización, el fraile Capuchino, Padre Pío, debilitado y tembloroso, subió los escalones del altar de Nuestra Señora de la Gracia. Cientos de rosas rojas, donadas por “sus hijos espirituales” y grupos de oración de todo el mundo, decoraban el santuario.

La Iglesia estaba repleta de gente y cientos más se congregaban en las afueras. Mientras el sacerdote de 81 años de edad se acercaba al altar, observaba la gran multitud con gran amor y compasión. Luego, al hacer la reverencia, se sumergía completamente en el ofrecimiento de la Misa.
Más tarde, como acostumbraba hacerlo por casi medio siglo, regresaba a la sacristía para escuchar confesiones pero después de haber oído a una docena de personas, se retiró, estaba ya muy débil para continuar. Esos penitentes serían los últimos en recibir su absolución.

A tempranas horas del 23 de septiembre, el Padre Pió falleció. La vida extraordinaria del primer sacerdote estigmatizado llegaba a su fin.

SUS PRINCIPIOS

Su vida comenzó en lo que parecía una manera común. Fue el cuarto de ocho hijos que tuvieron Grazio y Giuseppa Forgione. Nació el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, un pequeño pueblito en el sur de Italia. Fue bautizado el siguiente día bajo el nombre de Francesco. Sus Padres eran sencillos, trabajadores y muy piadosos que aunque apenas sacaban lo que necesitaban de su granja para sobrevivir, siempre le proveían a sus hijos con un hogar lleno de amor. “Costaba encontrarse aunque sean 10 libras en la casa,” Padre Pió recordaba mucho después, “pero siempre teníamos suficiente de todo.”

Francesco, que apenas a sus cinco años ya había comenzado a tener experiencias místicas, era un niño callado, le llamaba mucho la oración y la soledad, la penitencia y la mortificación. Al llegar a tener la edad suficiente, le fue encargado el pequeño rebaño de su familia. Por las mañanas, llevaba el rebaño a pastar y por las tardes asistía a la escuela primaria. A la edad de diez años, le informó a su familia que deseaba ser sacerdote, entonces su Padre, Grazio Forgione decidió migrar a América para ahorrar suficientes fondos y poder costear los estudios del seminario de su hijo. Grazio trabajo primero en una granja en Pensilvana y luego trabajó en Nueva York, ayudando en la construcción de Brooklyn, o “Broccolino” como le llamaban los inmigrantes Italianos. Los nueve dólares al mes que le enviaba a su esposa le permitieron a Francesco asistir a una escuela secundaria privada en su aldea.

En enero de 1903, Francesco ingresó al noviciado Capuchino en Morcone, lugar que le dio el nombre de Hermano Pío de Pietrelcina. El ya frágil y asmático novicio, se enfermó aún más en el noviciado, llegando a tener grandes fiebres y muchas otras enfermedades de índole misteriosas que le causaron gran preocupación a sus superiores.

El Hermano Pío fue ordenado Padre Pío el 10 de agosto de 1910, en la ciudad de Benevento y celebró su primer misa en Pietrelcina, en la misma y pequeña capilla en la que fue bautizado 23 años atrás.

En el reverso de las tarjetas de oración que se entregaron durante su primer misa, se leía una oración que él mismo había compuesto: “Jesús...este día al elevarte temblorosamente...que sea para el mundo el camino, la verdad y la vida, y para Ti, un sacerdote santo, victima perfecta...Que yo sea un altar para tu Cruz. Un cáliz de oro para tu sangre.”

En menos de un mes, El Señor le envió una señal confirmando la auto-inmolación del joven sacerdote. Mientras oraba en soledad, el Padre Pío recibió los estigmas, las cinco llagas de Cristo.

Confundido y apenado, le rogó al Señor par que le hiciera las llagas invisibles. Su oración fue respondida. Durante los siguientes ocho años, los estigmas, aunque muy dolorosos, se mantuvieron invisibles. Los únicos que supieron de esto fueron sus superiores.

Durante los primeros años después de su ordenación, su salud continuó deteriorando, al punto que el joven sacerdote tuvo que ser enviado a casa en Pietrelcina, para su largo período de convalecencia.
En 1915, fue enlistado para el servicio militar, Italia había entrado en la primera guerra mundial, sin embargo, sirvió solo unos meses debido a que la mayor parte de su servicio militar lo pasó enfermo ya sea en casa o en el monasterio.
En 1916, fue asignado al monasterio Capuchino en San Giovanni Rotondo, una aldea aislada en las cumbres del Monte Gargano en el sureste de Italia. Lugar en donde pasaría el resto de su vida desde 1918, con las visitas ocasionales que haría fuera del monasterio.

RECIBE LOS ESTIGMAS VISIBLES

Finalmente, al ser dado de alta del ejercito en marzo de 1918, el Padre Pío regresa a la vida comunitaria en el monasterio. Su muy único y especial ministerio sacerdotal comenzaría unos meses después con dos eventos extraordinarios.

El 5 de agosto, mientras escuchaba confesiones, tuvo una visión: una persona misteriosa se detuvo frente al y le clavo una lanza de fuego en su costado, la cual le causó tanto dolor que hasta lo hizo gritar. Había recibido la gracia de transverberación, una punzada física al corazón, “desde ese día” comentaría después a su director espiritual, “fui herido mortalmente, siento en la profundidad de mi alma, una herida que siempre se mantiene abierta y me causa una agonía continua.”

Un mes después, el 20 de septiembre, mientras oraba frente a un gran crucifijo en la sala del coro después de misa, el Padre Pío fue sobrellevado por un reposo profundo. Luego, apareció la misma persona misteriosa que le había herido en el costado. Rayos de fuego salieron del crucifijo, hiriendo al Padre en sus manos y sus pies. No fue hasta algunos años después que, al recordar detalles, le fue posible identificar a la persona misteriosa: “...un gran lucero brillaba alrededor de mis ojos” recordaba, “y de en medio de la luz, apareció Cristo herido.”

Al terminar el éxtasis, el Padre Pío se encontraba en el suelo, sus manos, sus pies y su costado sangraban. Debilitado y con gran dolor, se arrastro hasta su celda.

Aunque acogía el dolor de los estigmas, le causaba vergüenza el pensar que sus heridas se podían ver. “Alzaré mi voz y no cesaré de implorarlo”, le confió a su director espiritual, “hasta que su Misericordia le quite las heridas, no el dolor, pero solo las señas visibles.” Sin embargo, esta vez, su petición no fue respondida. Por medio siglo, el Padre Pío llevó los estigmas visibles.

Las heridas en sus manos, sus pies y su costado nunca cambiaron durante todo ese tiempo. Se mantuvieron frescas y sangraban constantemente, nunca se le inflamaron ni se le infectaron. El Padre Pío tenía se las limpiaba todos los días. Para cubrir las heridas de las manos, usaba guantes oscuros de lana y se los quitaba solo para cuando celebraba Misa. Las heridas de sus pies las escondía con sus calcetines, sin embargo, no podía ocultar el dolor que sentía.

LA IGLESIA INTERVIENE

A pesar de los intentos de los Capuchinos para mantener el secreto de los estigmas del Padre Pío, la gente comenzó a circular dicho acontecimiento y las multitudes comenzaron a llegar a San Giovanni Rotondo. Muchas curaciones y conversiones se comenzaron a reportar junto con otros acontecimientos de índole milagrosa. En el transcurso de un solo año, la vida en el monasterio comenzó a revolverse alrededor del ministerio del Padre Pío. Los frailes comenzaron a pasar bastante tiempo escuchando confesiones, recibiendo visitas y ayudando a responder a la gran cantidad de cartas que comenzaron a recibir en el monasterio.

En 1919 y 1920, la orden de Capuchinos y la Santa Sede ordenaron una serie de investigaciones médicas. Tres diferentes médicos examinaron las heridas y llevaron a cabo tratamientos para ver si se podían sanar. Sus enormes reportes médicos (un doctor hasta escribió un libro entero sobre el tema) describieron el estigma en gran detalle pero no pudieron ofrecer ningún tipo de evidencia científica con respecto al fenómeno.

Durante toda la conmoción, el humilde fraile mantuvo su humor sencillo. Cuando le comentaron al Padre Pío que un cierto profesor en Florencia había opinado que los estigmas eran el resultado de auto sugerencia, al Padre Pío se le iluminaron sus grandes ojos oscuros con una gran sonrisa y propuso que el profesor que había dicho esto se le quedara observando a un buey por bastante tiempo y que se auto sugiriera que le crecieran cuernos!
Cuando diferentes historias descabezadas sobre el humilde fraile, llegaron a Roma, la Iglesia decidió intervenir, enviando a un grupo de investigadores apostólicos a San Giovanni Rotondo.

En 1922, la Santa Sede publicó una serie de órdenes y censuras que incluían: que el Padre Pío no debía celebrar misas en horarios regulares; se le prohibió responder cartas que llegaban al monasterio, se les ordenó a los Capuchinos, el traslado del Padre Pío a un remoto monasterio en el centro de Italia, una orden que fue eliminada después debido a las protestas de la gente.

 Particularmente doloroso fue el momento en que se le prohibió al Padre Pío mantener comunicación con su director espiritual, el Padre Benedetto
Mientras que varios de sus amigos se enfadaban y hasta se indignaban por tantas restricciones, el Padre Pío se mantenía sereno y obediente, acatando cada una de las órdenes, uniendo su voluntad a la de Cristo.

El 13 de Mayo de 1931, le dieron un golpe devastador cuando le prohibieron celebrar Misa en público y escuchar confesiones, inclusive hasta las de sus hermanos de comunidad.

El sacerdote estigmatizado, pasó los siguientes dos años en soledad y en oración. Sus Misas, celebradas en la pequeña capilla del monasterio, solo con un ayudante, usualmente duraban de dos a tres horas. Al referirse a este período doloroso de silencio, años después, decía que estaba completamente de acuerdo con lo que la Iglesia decidiera: “La severidad de la Iglesia siempre es necesaria para aclarar nuestras ideas, de otra manera, existiría un tremendo caos.”

El 15 de julio de 1933, después de más estudios por parte de Roma, la prohibición de celebrar misas en público fue removida y el siguiente día, el día de Nuestra Señora del Carmelo, el Padre Pío celebró su primera Misa en público después de dos años. La prohibición de escuchar confesiones fue removida en 1934.

Durante los siguientes 34 años, el Padre Pío, quien a su edad media era robusto, continuó con una agenda llena de oración y servicio. Se levantaba a las 2:30 AM; después de dormir solo unas pocas horas, para orar y meditar por varias horas antes de celebrar Misa por la madrugada.

Escuchaba confesiones por muchas horas durante el día. Su único alimento era el almuerzo en el refectorio, pero apenas tocaba lo que le servían. Después de almorzar, tenía una media hora de recreación en el jardín del monasterio, en el cual le gustaba contar anécdotas a sus amigos. Por la tarde, dirigía el Rosario y el servicio de Bendición, y al finalizar el día, bendecía desde su ventana a los peregrinos que se reunían para verlo, les decía muy afectuosamente “Buena notte, bella gente!”

SUS MISAS

“ El mundo puede existir sin el sol y el cielo,” dijo una vez, “pero nunca sobreviviría sin la Santa Misa.” Su misa, celebrada por la madrugada, era el centro de todas sus actividades, la oración silenciosa, la noche en oración, las horas después de la celebración Eucarística eran acciones de gracia prolongadas.

Nadie que le haya asistido en una de sus misas, se le ha olvidado la experiencia. Un obispo Italiano describió una misa en la que estuvo presente en 1960 de la siguiente manera: “en el altar, el Padre Pío se transfiguraba. Su rostro era extremadamente pálido, a veces radiante y bañado de lágrimas. 

Había cierta intensidad en su fervor...contracciones dolorosas en su cuerpo...sollozos silenciosos...todo acerca de él, nos indicaba la intensidad con la que vivía la Pasión de Cristo”.

Otro Obispo describió las misas como una “participación autentica de la crucifixión, el sacerdote estigmatizado no solo renovaba el sacrificio místico de la cruz sino que vivía completamente en su corazón y en su cuerpo, la pasión de Cristo. El Padre Pío sufría cada parte de la misa”, continúa el Obispo, “La agonía de Getsemaní, la flagelación, la coronación de espinas, las burlas de la gente, el peso de la cruz y la misma crucifixión”.

Cuando el Padre Pío elevaba la patena y el cáliz durante el ofertorio, sus mangas se deslizaban y dejaban al descubierto sus manos heridas. Al ver sus manos heridas elevar la Sagrada Hostia, mucha gente renunciaba a sus vidas pecaminosas. Los Cristianos tibios se convertían en fervorosos y los no creyentes, comenzaban a creer.

SUS CONFESIONES Y LAS GRACIAS CARISMÁTICAS

Se ha estimado que en sus 52 años en San Giovanni Rotondo, el Padre Pío escuchó por lo menos dos millones de confesiones. Al comienzo de su ministerio, pasaba unas 15 horas o más al día. Después fue limitado por sus superiores a 6 o 7 horas, y hacia el fin de su vida, menos horas. Escuchaba confesiones de mujeres por las mañanas y de hombres por las tardes. Cada encuentro duraba unos 2 o 3 minutos.

¿Qué es lo que atraía a miles de personas de toda Italia y de otros países a arrodillarse en un confesionario, inclusive hasta esperar de dos a tres semanas para que le tocara su turno?

El Padre Pío tenía un profundo entendimiento de la enormidad del pecado. El mismo se confesaba cada semana, algunas veces hasta más. Para una generación que estaba perdiendo rápidamente el sentido de pecado, él era un lucero que despertaba en las almas el reconocimiento de la terrible realidad del mal. Sus exigencias sobre los penitentes eran fuertes: sin embargo, llevaban a un cambio de conciencia total y radical, un arrepentimiento profundo, un firme propósito de enmienda, en breve, a una verdadera conversión. “No le doy dulces a los que necesitan purgantes”, era su respuesta para los que ponían en tela de duda su severidad.

También tenía la gracia de leer los corazones; Dios a menudo le revelaba el estado del alma del penitente y le permitía revelar parcial o totalmente lo que tenía que discernir. El Padre Pío le decía a los penitentes los pecados que habían olvidado o que intencionalmente no habían mencionado.

Él era compasivo con los que eran sinceros y duro con los que necesitaba serlo. Si era necesario retener la absolución a los que no estaban arrepentidos o no se habían preparado debidamente para el sacramento lo hacía sin dudarlo.

 “Vete, vete y regresa dentro de dos meses” le decía a los penitentes que rechazaba. Increíblemente, todos los que reprendía y sacaba de su confesionario sin absolución, regresaban bien preparados para hacer una buena confesión.

Cada mañana y tarde, cuando el Padre Pío hacía su recorrido hacia el confesionario, se podía ver una gran línea de hombre que lo esperaban, deseosos de recibir una bendición. Su gracia para discernir era obvia en la manera en que trataba a cada persona. A uno le podía dar una palmadita en la mejilla mientras que a otros los ignoraba completamente, pe podía dar la mano a unos para que la besaran y a otros los reprendía como un trueno. Pero si actuaba un poco fuerte con algunos era por razones sobre naturales. 

Después de regañar severamente a un penitente, le aseguró a un hermano que “no estaba molesto en el alma, gritaba exteriormente pero por dentro gozaba.”
Otras de sus gracias carismáticas que poseía eran la bis-locación y las fragancias. Aunque desde 1918 hasta su muerte en 1968, el Padre Pío nunca dejó San Giovanni Rotondo, hubieron numerosos reportes durante su vida de apariciones por toda Italia y otros países. También hubo numerosos reportes donde la gente describió que sintieron sus fragancias, algo como una esencia de flores y de vez en cuando a tabaco o a un aroma medicinal.

Desde que el Padre Pío murió, hay muchas gentes que han reportado verlo o que han sentido sus fragancias.

ATAQUES DIABÓLICOS Y LA PROTECCIÓN CELESTIAL

La Iglesia siempre ha enseñado que el demonio existe y debe ser confrontado en la vida Cristiana. Durante sus 58 años como sacerdote, el Padre Pío luchó continuamente contra Satán y lo venció quitándole muchas almas de su dominio.

Días antes de entrar al noviciado Capuchino en 1903, tuvo una visión poderosa que era como un adelanto de lo que sería su misión sacerdotal: una figura majestuosa lo llevó a un golfo que dividía una gran planicie. En un lado, había gente bella vestida de blanco, del otro lado había un horrible monstruo vestido de negro. Al joven seminarista le fue ordenado luchar contra el monstruo poderoso que de repente saltó hasta estar frente a él. Animado y protegido por su guía celestial, entró en combate, luchó ferozmente y venció a la bestia lanzándolo al suelo.

Mientras el Padre Pío era renuente al hablar sobre los ataques diabólicos, en obediencia a sus superiores fue que dio testimonio de ellos. En 1913, por ejemplo, le escribió al Padre Agostino: “Ellos descargan su enojo contra mí continuamente...mi cuerpo está completamente marcado por los golpes que recibe de las propias manos de sus atacantes...algunas veces me tiran de la cama.” Sus hermanos en el monasterio a veces tenían reservas sobre las batallas feroces que el Padre Pío luchaba. A veces escuchaban ruidos fuertes viniendo desde su celda, como cadenas que se arrastraban y muebles que eran lanzados por todos lados.

El Padre Pío, al ser confrontado con la realidad del poder diabólico, busca protección celestial, especialmente de la Santísima Virgen, cuyo talón aplastará la cabeza de la serpiente: Y de San Miguel Arcángel cuyas legiones pelearon y vencieron a Lucifer y sus rebeldes.

Desde que era un niño, el Padre Pío tenía una ardiente devoción al la Virgen María. Ya de sacerdote, se consagró a Ella y le encomendó todo su apostolado entre los pecadores y sufrientes, a su poderosa intercesión. Él rezaba continuamente, con Rosario siempre en mano. Usualmente, pasaba desde tempranas horas antes de misa, mientras el cielo todavía estaba oscuro, sentado por una baranda fuera de su celda recitando el Rosario. Dos días antes de fallecer, le dijo a un amigo, “Ama a la Madonna. Haz que otros la amen, y reza el Rosario. Es una armadura en contra de los males del mundo actual.
El Padre Pío también tenía gran devoción a San Miguel. Como penitencia, usualmente enviaba a los que se confesaban con él a la Gruta de San Miguel, la cual estaba a unas 12 millas de San Giovanni Rotondo al otro lado del Monte Gargano

TODO SE HA CUMPLIDO

Al acercarse el 50 aniversario de su estigmatización, hubieron señales que el fin de su vida se acercaba. Las heridas en las manos, pies y costado habían dejado de sangrar y gradualmente se fueron haciendo menos visibles. De hecho, para el día de la misa de aniversario, ya casi habían desaparecido.
Nadie cercano al Padre Pío, quería creer que su fin estaba cerca, a pesar de estas y muchas otras señales.
La noche del 22 de septiembre de 1968, el Padre Pío llamó unas 6 o 7 veces al Padre Pellegrino, el fraile encargado de cuidarlo. Cada vez que el Padre Pellegrino iba a la celda a verlo, el Padre Pío le preguntaba por la hora.

Luego a la media noche, como un niño asustado, el Padre Pío le tomó la mano al Padre Pellegrino y le rogó que se quedara con él. Quería confesarse y renovar sus votos religiosos.

Alarmado por la palidez del rostro del Padre Pío y por su agitada respiración, el Padre Pellegrino llamó a los otros frailes junto con los médicos de un hospital cercano. Acompañado por su comunidad de Capuchinos, el Padre Pío falleció a las 2:30 de la madrugada después de recibir los santos oleos. Sus últimas palabras fueron “Jesu...María, Jesu...María.”

Durante 4 días, fue expuesto el cuerpo del Padre Pío en la Iglesia de “Nuestra Señora de la Gracia” la cual se mantuvo abierta las 24 horas para acomodar el torrencial de gente que se querían despedir del Padre. Por la tarde del 26 de septiembre, fue llevado en procesión desde la Iglesia por las calles de San Giovanni Rotondo. Se estima que más de 100,000 personas siguieron el cortejo. Esa tarde, después de una misa de réquiem, su cuerpo fue enterrado en la cripta debajo del altar mayor de la Iglesia.

EL LEGADO DEL PADRE PIO Y SU POSIBLE CANONIZACIÓN

Después de la muerte del Padre Pío, la causa para su canonización fue abierta. La investigación diocesana fue concluida en enero de 1990 y asignada a la Congregación para la Causa de los Santos, donde se estudia actualmente.

San Giovanni Rotondo es hoy un centro de radiación espiritual. La “ciudad sobre la montaña” que el Padre Pío había visionado, comenzó a tomar forma durante su vida con la apertura en 1956 del “Hogar para Ayuda de los que Sufren”, un hospital que une la fe con la ciencia y que es uno de los hospitales mejor equipados y más modernos del mundo.

Muchas instituciones de asistencia han sido construidas desde entonces: un centro de rehabilitación para niños con retrasos mentales, un centro de retiros, un hogar para sacerdotes jubilados, entre otros.

San Giovanni es también el centro de los grupos de oración del Padre Pío, un movimiento que comenzó durante la Segunda Guerra Mundial en respuesta al llamado del Papa Pío XII de una oración más intensa. Hoy existen 2000 grupos de oración alrededor del mundo con casi un cuarto de millón de miembros. Para mantenerlos al tanto de nuevos desarrollos, el Monasterio de San Giovanni Rotondo publica en 6 diferentes idiomas “La Voz del Padre Pío”, una revista que contiene artículos sobre la vida del sacerdote estigmatizado y novedades sobre el proceso de canonización.

Para el futuro, muchos oran para que el Padre Pío sea beatificado pronto. Aunque el proceso de Canonización sea lento y complicado, hay suficiente causa para tener esperanza. Durante la vida del fraile Capuchino, a pesar de las restricciones y el silencio, fue muy estimado por los Papas Benedicto XV hasta Pablo VI.

El actual Pontífice, Juan Pablo II, le ha tenido desde mucho tiempo una devoción especial al Padre Pío. Cuando era un joven seminarista, fue a San Giovanni Rotondo y se confesó con el sacerdote estigmatizado. En Mayo de 1987, Juan Pablo II visitó de nuevo a San Giovanni Rotondo para celebrar el centenario del nacimiento del Padre Pío. En un discurso dado en la tumba del Padre Pío, el Papa honró el auto-ofrecimiento del sacerdote Capuchino como víctima de expiación y de reparación por los pecados de la gente. “Deseo agradecerle al Señor con ustedes,”dijo al final de su charla, “por habernos dado al querido Padre Pío, por habérnoslo dado a nuestra generación, en este siglo tan tormentoso.”


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Fuente: He tomado estos artículos de http://www.garabandal.us/spanish/padre_pio_article.html